Se trata de contar una historia.

jueves, 6 de noviembre de 2008

16. Ciudadano de a pie

Hoy día el automóvil, además de un medio de transporte rápido, cómodo y seguro, es un signo del estatus económico de quien lo posee. El que tiene un Ferrari es rico. El que tiene un Mercedes vive bien. El que tiene un Ford Fiesta se las arregla. Y luego vengo yo, que no tengo coche.
Aparte de la marca, también hay que mirar el estado del vehículo, que suele depender del kilometraje y de los años. No es lo mismo tener un Peugeot recién estrenado que tener un Renault de veinte años, con miles de kilómetros en su haber. En mi caso es como si tuviera un coche muy viejo, muy viejo, que ya no se puede usar.
Lo bueno de tener coche es que no tienes que andar. Y no como yo, pobre peatón, que tengo que ir siempre andando de un sitio a otro, haga frío o calor. Lo peor es cuando llueve, porque tengo los zapatos rotos de tanto andar, y cuando piso los charcos se me mojan los calcetines y los pies, y ando siempre resfriado.
Con un coche puedes viajar, ir de vacaciones, conocer sitios bonitos. Yo no puedo. Tampoco tengo dinero para ir en tren o en autobús. Si tuviera dinero, me compraría un coche.
Tampoco tengo amigos que me lleven en su coche. Los que tienen coche no quieren ser amigos de los que no lo tenemos, porque se piensan que sólo los queremos para que nos lleven en su coche.
Tampoco tengo trabajo, porque ahora para todos los trabajos te exigen que tengas coche. Y como no trabajo, no gano dinero para comprarme uno.
Tampoco tengo novia. Las chicas sólo quieren salir con los que tienen trabajo y un futuro, y un coche para que las lleven a sitios bonitos y las besen en el coche y las dejen de vuelta en casa sin peligro por la noche.
¿No habrá un alma caritativa que tenga un coche de sobra, aunque sea viejo, y que quiera regalármelo, por favor?
Porque si sigo sin coche no sé qué voy a hacer. No podré trabajar, ni casarme, ni tener hijos. Seguiré solo y así me moriré. Porque hoy día no se puede vivir sin coche.

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