Se trata de contar una historia.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

22. Mitologías

La historia sigue empeñada en demostrar la falsedad de las mitologías clásicas.
Un buen ejemplo lo tenemos en el mito de la hija de Agenor. Según las últimas noticias, parece ser que la moza no dispone de aquellas prendas que decían: por lo visto, le falta la mano izquierda, aunque se las arregla muy bien con la derecha. Y no tiene más que un ojo, como el Polifemo, en mitad de la frente, que sólo le sirve para mirar a poniente.
Si lo hubiera sabido el tipo que se disfrazó de toro para intentar beneficiársela.
Encima ella, la embaucadora, se deja querer y lo azuza: coloca guirnaldas en su frente, ofrécele hierbas floridas, acaricia dulcemente con su blanca mano su cuello. Y al fin se atreve a sentarse sobre sus espaldas.
Sí, se casaron. ¿Pero quién raptó a quién?
La tía sigue mirando a poniente. Algunos sospechan que de ahí venga el significado actual de la palabra: que no quería quitárselos a ese buey que hace poco tanta admiración le causaba, por su porte atractivo, su gracia y su tierno mugido. Que no quería quitárselos: por eso sigue mirando a poniente.
El tipo, del que ya se sabe que no es ni Júpiter ni nada, tampoco parece que piense en el divorcio. Como es católico. Y tal como se le ve de cansino, arrastrando las patas por el polvo del camino, si sigue así, del toro no va a quedar ni la piel.

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